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La protección de datos personales como una forma de control del poder de los gobiernos y de las empresas

Dra. Ana Brian Nougrères 
C.I. 1.135.314-3

Ante la irrupción de las nuevas tecnologías de la información y de las comunicaciones, los datos sobre la situación patrimonial, personal, profesional y familiar de las personas, han pasado a circular como un activo más.
Muy pocos ciudadanos tienen plena consciencia de la gran cantidad de datos que circulan concomitantemente con cada uno de los actos de su vida cotidiana. Lo que sí queda claro es que al consultar en internet el precio de una noche de hotel, de un par de zapatos, de un ticket aéreo, es muy alta la chance de que en pocas horas la pantalla del computador se complete con ofertas de distintos proveedores sobre estos mismos productos.
Esto es posible porque, por detrás de este fenómeno, hay muchas personas trabajando para lograr justamente ese objetivo: que los datos puedan estar fácilmente accesibles.
Algunas empresas trabajan colectando datos, que pueden ser de localización, datos acerca de cuáles son los hobbies de preferencia, de hábitos de compras, de montos salariales; para esto pueden utilizarse una infinidad de técnicas, desde las llamadas “cookies” hasta las que hacen seguimientos de actividades desarrolladas en internet, pasando por muchas variedades más. Otras, se desempeñan en las tareas de almacenamiento y agregación y luego el análisis que sigue es utilizando algoritmos, muchas veces lo hacen directamente las máquinas, sin intervención humana. Por último los analistas de negocios, las personas que realizan predicciones o estimaciones de performance, también se nutren de esta materia prima para poder llegar a sus conclusiones.
Los datos generan valor en el mundo de la economía. Cada uno tiene un valor social y económico y, en su conjunto promueven ese tipo de trabajo creativo, innovador y a la vez promueven la eficiencia y el crecimiento.
En estos esquemas de funcionamiento están involucrados los buscadores de internet, que proveen de sistemas de análisis y búsqueda, los avisadores, las compañías de teléfonos, los proveedores de servicios de salud, el sector público, todos colectan datos, esto es, se trata de una gran cantidad de organizaciones que procuran que los datos estén a disposición, lo cual puede tener consecuencias positivas o negativas, como veremos a continuación.
Con los datos se puede lucrar de mala fe informando, por ejemplo, que un futbolista se lesionó una rodilla (como consecuencia de la filtración de un dato médico que puede provocar un grave daño al futbolista), se puede informar a una compañía aseguradora sobre la forma de conducir de algunas personas (filtración de datos de comportamiento que puede llevar a aumentos discriminados en las pólizas), se puede informar a los recaudadores de impuestos de los comportamientos de compras de algunas personas (filtrando datos a efectos de luchar contra la evasión).
Los datos pueden filtrarse, voluntaria o involuntariamente, y pueden utilizarse con mala fe o con buena fe, con los propósitos más diversos.
Cuando una empresa, o el estado, poseen los medios para el procesamiento de datos personales, una vez que obtienen la data, podrán dirigir sus campañas a aquellos que están realmente interesados en sus productos, con un costo de marketing y publicidad que es claramente inferior al de una campaña tradicional. No sólo se trata de un costo inferior, sino que también el público objeto está más delimitado, brindando así la posibilidad de llegar a más personas que ya demostraron interés en el producto.
Ahora bien, desde el otro punto de vista, del ciudadano, caben varias observaciones.
Aquella persona que no eligió recibir una gran cantidad de publicidad por internet puede pensar que no le interesa, que le perturba sus rutinas porque le distrae de sus tareas, que no desea recibir un bombardeo incesante de publicidad que, por otra parte, tiene un costo que él tiene que asumir a costa de lo que paga por conectividad..
Y, como dicen, el derecho de una persona termina donde empieza el derecho del otro, razón por la cual el derecho que tienen quienes procesan datos termina donde empieza el derecho del titular de dichos datos personales.
La pregunta ¿es lícito que se recojan, procesen y utilicen los datos personales para beneficio de quienes tienen a su alcance los medios para colectarlos y procesarlos?
En ese punto es donde empieza a tallar el sistema de protección de datos personales. En el caso, el sistema legal nos viene a indicar que no son legales estas conductas si los ciudadanos no han dado su aval para el tratamiento de sus datos personales.
Todo sistema de protección de los datos personales hace necesaria una autorización previa al uso de dichos datos.
No sólo es necesaria una autorización para el uso de los datos sino que, también, es necesario que dicha autorización se realice para utilizar el dato personal con una finalidad determinada.
El derecho de las empresas y de los estados debe conciliarse con el de los titulares de los datos, de ahí que sólo pueden colectarse y procesarse datos personales si previamente el titular de dicho dato personal brindó su consentimiento al efecto.
Por esa razón afirmamos que el instituto jurídico de  la protección de los datos personales funciona como una forma de control del poder de las empresas, dando a los ciudadanos la potestad de decidir si aceptan o no que sus datos formen parte de bases de datos de terceros. Cada persona tiene soberanía sobre el uso de sus datos, con las solas excepciones que la ley indica. Está en cada uno de nosotros utilizar las herramientas que el derecho nos brinda a efectos de empoderarnos frente a terceros ante el uso que se pretenda hacer de nuestros datos personales.

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